Los príncipes aceptaron de buen grado la propuesta y los tres partieron de nuevo. Pasando por bosques fabulosos, cruzando ríos y arroyos frescos e incontaminados, hablaron de antiguas historias de sabios y Devas. Visvamitra contó las historias de su árbol genealógico y la maravillosa historia de su vida. Una noche también contó la historia del río Ganges y su descenso a los planetas medio e inferior. Luego, el pequeño grupo llegó a la ermita donde aún vivía Ahalya. Visvamitra contó su historia.
“Hace mucho tiempo esta ermita perteneció al santo Gautama quien, asistido por su esposa Ahalya, practicaba severas austeridades. En aquellos días no había mujer más hermosa que ella, tanto que incluso Indra, el rey de los planetas celestiales, se enamoró de ella. Un día, cuando Gautama había dejado la ermita, Indra decidió tomar su imagen pensando en engañar a Ahalya, y entró en la choza.
Indra le pidió a la mujer que se acostara con él. Ahalya lo miró. Se dio cuenta de que no era su marido y también entendió que era Indra, pero aceptó. Después del coito, Indra sintió pánico por temor a que Gautama pudiera regresar y encontrarlo allí. Se levantó rápidamente y empezó a huir, pero fue en vano: Gautama estaba de vuelta; ya estaba allí, detrás de la puerta. Al ver huir a Indra, entendió lo que había sucedido y lo maldijo violentamente diciéndole:
“Entraste en mi ashrama y al tomar mi imagen disfrutaste del cuerpo de mi esposa. Por este acto vil te volverás impotente.”
Esta es una sección del libro “Ramayana (Tal como es)”, en Espanol.
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