Tan pronto como Vishnu terminó de hablar, una figura celestial emergió del fuego del sacrificio que ardía en Ayodhya y se dirigió al rey con las siguientes palabras:
“Dasaratha, fui enviado por los Devas para satisfacer tu gran deseo y necesidad. El propio Brahma me ha encargado que te dé este jugo divino llamado payasa. Escúchame: haz que tus esposas beban y concebirán encarnaciones de Vishnu.”
Dasaratha se levantó y tomó el recipiente de manos del enviado de los Devas, quien desapareció de inmediato. Se lo entregó a su primera esposa, Kausalya, y le pidió que bebiera la mitad. Luego se lo dio a su segunda esposa, Sumitra y le pidió que bebiera la mitad del resto. Lo que quedaba se lo entregó a su tercera esposa, pidiéndole que hiciera lo mismo, es decir, que se bebiera la mitad de lo que quedaba. Y con la última mitad hizo que Sumitra bebiera de nuevo. Este fue el criterio por el cual Dasaratha distribuyó el jugo divino que le entregó el mensajero celestial.
Las señales de embarazo fueron instantáneamente visibles en las reinas: Narayana y Vishnu, ya habían entrado en sus cuerpos.
Esta es una sección del libro “Ramayana (Tal como es)”, en Espanol.
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