Definición de felicidad
Pregunta: Lo que usted dice es relativamente correcto. En primer lugar, habría que definir los términos. ¿Qué es la felicidad? Si lo entendemos como un estado en el que se canta y se baila presa de una especie de intoxicación mental, ciertamente no, no se puede decir que nadie sea feliz. Pero hay momentos en los que el hombre triunfa en aquello por lo que ha luchado toda su vida, cuando logra obtener una posición económica y social sólida, cuando sobre todo en la madurez es posible satisfacer mejor los deseos que abarrotan nuestra mente; para nosotros esto es la felicidad.
La cultura griega me ayuda: de hecho, basta ver de dónde viene la palabra felicidad, es decir, del griego phyo, que significa lo que producen los frutos del deseo. Esto significa que uno es feliz cuando consigue lo que quiere.
Entonces uno se vuelve feliz cuando logra la meta por la que se esfuerza, ¿verdad?
Exactamente. Después de todo, si uno está contento con una cosa y no con otra, ¿por qué deberíamos tener algo que decir al respecto? La felicidad es un hecho subjetivo, ciertamente no universal. No hay nada que haga felices a todos.
Pero si mi felicidad impidiera la de los demás, ¿seguiría siendo correcto? Si disfruto lastimar a los demás, todos intentarían detenerme, ¿verdad? Si este es el caso, la felicidad es sin duda un hecho subjetivo, pero necesariamente debe concordar con la del prójimo, de lo contrario el mecanismo social actuaría para impedirla.
Claro, pero esos son casos escasos. Es obvio que nuestra búsqueda de la felicidad, nuestros deseos, deben respetar a los demás.
Entonces, no es que cierto objeto de felicidad tenga razón, sino la felicidad misma, porque si uno es feliz haciendo daño a otros, esa persona debe ser respetada por el deseo que tiene de felicidad, pero no por el objeto tan específico.
Ciertamente. La felicidad debe coincidir con la de los demás.
Por eso debemos encontrar una felicidad que siempre esté de acuerdo con la de los demás. Pero si los hombres somos todos diferentes, ¿cómo llegaremos a un acuerdo? Hay pueblos que tienen hábitos y formas de vida completamente diferentes, absolutamente incompatibles con la forma de ser de los demás: ¿cómo encontramos un equilibrio que se adapte a todos?
Por eso hay diferentes naciones, donde personas con diferentes mentalidades pueden vivir sin molestar a los demás.
Las fronteras son un arreglo hecho por nosotros, no es una situación natural. La palabra hombre significa, más o menos, hijo de la tierra, y esta no tiene naciones, ni fronteras; todos deberían poder moverse libremente. Sin embargo, si bien es cierto que los hombres son diferentes entre sí, hay algo que los une a todos, que nos une a todos, algo que va más allá de las diferencias. ¿Y cuál es este elemento universal? Ciertamente no algo físico, material, de este mundo externo, que es la fuente de todas las diferencias; El hecho de que cada hombre se considere diferente de los demás ha sido siempre la causa fundamental de todas las guerras y de todos los conflictos, ya sean entre individuos, familias o naciones.
Entonces, ¿qué tenemos en común? Es ese algo que está dentro de nosotros: el alma, la esencia espiritual, que da movimiento a todas las cosas. El cuerpo y todo lo que le concierne se divide, que algo que está dentro de nosotros (y que efectivamente somos nosotros) une; porque es lo único que todos, sin distinción, poseemos. Por eso afirmamos que la verdadera felicidad que buscamos, la que nunca entra en conflicto con los intereses de los demás, es la felicidad espiritual. La de las cosas materiales es una ilusión trágica.
Queremos hablar de este algo que nos une. Lo llamaremos jiva, término que está en el origen de la palabra vida.
En lo que respecta a la subjetividad del concepto de felicidad, aún queda por ver otra cosa, y es si una determinada persona, al obtener el objeto de sus deseos, se vuelve verdaderamente feliz o sólo cree que lo es. De ninguna manera estamos convencidos de que la felicidad sea verdaderamente la consecución del propio deseo; pero suponiendo que la definición sea correcta, ¿qué pasa si es el deseo el que está mal? Supongamos que uno está convencido de que una determinada cosa le hace feliz y en cambio descubre que todo ha sido una ilusión: ¿cuántas veces hemos visto a una persona luchar por algo y después de haberlo conseguido se da cuenta de que no era lo que buscaba? ¿Qué gran cosa se imaginó? Este error fundamental, que es estar convencido de algo y equivocarse, es parte de la naturaleza humana. Nadie es perfecto, de hecho todos somos imperfectos y, por tanto, sujetos a errar.
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