Visvamitra no quiso demorarse más y comenzó los preparativos para el yajña.
En poco tiempo todo estuvo listo y la ceremonia comenzó a llevarse a cabo de nuevo. Rama y Laksmana se mantenían vigilantes mirando constantemente a su alrededor. No comieron ni durmieron durante seis días y seis noches.
El sexto día hubo un estruendo ensordecedor en el cielo, y mientras los ascetas continuaban impávidos recitando los mantras védicos y arrojando ghee al fuego sagrado, Rama y su hermano entendieron que los demonios estaban llegando. Intercambiaron una mirada de complicidad. Empezaron a caer del cielo objetos inmundos: trozos de carne, sangre, entrañas, orina, excrementos y toda clase de inmundicias. Hubo una risa violenta y escalofriante y la lluvia demoníaca aumentó. Rama reaccionó comenzando a disparar flechas hacia arriba con tal velocidad que creó una cúpula gigante hecha de flechas a través de la cual nada podía filtrarse. Maricha y Subahu estaban asombrados por lo que estaba sucediendo y comenzaron a arrojar enormes rocas. Pero Rama también las rechazó. En ese momento, los Raksasas se dieron cuenta de que estaban lidiando con un oponente digno de una seria consideración y dejaron de jugar. Entonces atacaron a los dos jóvenes príncipes.
Después de una pelea violenta, Rama mató a Subahu y arrojó a Maricha a muchas millas de distancia, usando el arma llamado Vayavya-astra, que creó un viento impetuoso. El último sonido que se escuchó fue el grito de ira de Maricha. Los Raksasas fueron derrotados y desde ese día, la vida de los Rishis volvió a ser pacífica en el bosque.
Esta es una sección del libro “Ramayana (Tal como es)”, en Espanol.
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