Usted y Srila Prabhupada
Pregunta:
¿Puede dar una clase especial de Sus pasatiempos personales con Srila Prabhupada?
Respuesta:
Cada discípulo tiene una relación particular con Srila Prabhupada, diferente de otro hermano espiritual. Pero básicamente todos los discípulos tienen que hacer la misma cosa, estudiar bajo su dirección y hacerle servicio.
Yo estuve personalmente con Srila Prabhupada una sola vez por siete días. Me dieron un servicio muy especial, o así yo lo percibía, que era la guardia de su apartamento. Estaba en la puerta garantizando su seguridad, que no fuera molestado y que los devotos jóvenes no hicieran ruido. Sólo siete días.
Cuando Srila Prabhupada fue a Francia, los diferentes servicios fueron divididos según los países. Me recuerdo que los devotos franceses cocinaban, los holandeses hacían la limpieza, los italianos se encargaron de la seguridad, pero no recuerdo con precisión en qué ocuparon a los alemanes ni a los otros. Yo llegué a Nouvelle Mayapura, nuestra comunidad en Valencia, Francia, por ultimo. Hay una historia que no sé cuánto puede interesarlo. ¿Le interesa? Vale, entonces la cuento.
Un día llegó a Roma la noticia de que Srila Prabhupada estaba de viaje por Francia. Entonces el presidente del templo hizo arreglos para que todos fueran a ver a Su Divina Gracia. El me llamó a la oficina, y a otro hermano espiritual, y nos dijo que todos iban, pero que nosotros no podíamos ir porque éramos los pujaris del templo. Él nos dijo: “no se preocupen, la próxima vez que Srila Prabhupada venga ustedes serán los primeros que irán”. Yo contestaba, sí, sí, sí, ya que en aquel tiempo no exitía el hábito de debatir con las autoridades, sin embargo, algo en mi corazón me decía que Srila Prabhupada nunca iba a volver. No lo tenía claro en mi mente, pero era una sensación fuerte que rápidamente pasó al estado de convencimiento. Y así fue. Srila Prabhupada nunca retornó a Europa, excepto por pocos días a Londres. Cuando vi a todos los devotos salir del templo con las furgonetas, tenía como un nudo en la garganta.
Había un amigo del templo que tenía un taxi. Era un hombre muy gentil y me tenía mucho respeto. A pesar de que su carro era viejo, yo lo llamé y le dije, ¡vamos para Francia! El me miró como si yo me hubiera enloquecido. Lógicamente su carro no podía ir fuera de la ciudad. Él dijo, no es posible, no es posible, nunca vamos a llegar a Francia con este carro. Y yo comencé a contarle toda el Bhagavad-gita y la historia de Narasimhadeva. No te preocupes, Narasimhadeva nos protegerá.
Mi hermano espiritual Mrityuhara, un devoto muy dinámico, me dijo, no se preocupe, vaya, yo puedo hacer todo el servicio solo. Así, cuatro de nosotros hicimos este viaje en dos días hasta Francia. Valencay estaba al centro norte, la carretera que iba hasta allá no era completamente autopista, sino carretera estatal y sólo algunos tramos de autopista. Además, ninguno de nosotros conocía el idioma francés, ni en Francia había mucha gente que hablaba italiano o inglés. Una odisea.
Cuando llegué, ya todos tenían su servicio. Era una costumbre muy arraigada que cuando se llegaba a un templo, la primera cosa que uno hacía era buscar al comandante del templo para pedirle un servicio. En los corredores del castillo de Nouvelle Mayapura encontré a mi amigo Citraka, el comandante del Templo, que me dijo… ¡Manonatha!…Ven aquí, tengo un servicio para ti muy extático ¿Que servicio? le pregunté. Y el sonriendo: ¿pero lo quiere o no lo quiere? Yo estaba listo para cualquier servicio, aunque no había dormido ni comido durante los últimos dos días. Pero a los 19 años uno puede levantar el mundo. Entonces le contesté, “¿Qué servicio es?”. Y Citraka de nuevo “Es muy extático, ¿lo quieres o no lo quieres?” Yo contesté que sí y el me llevó al frente de la puerta de los cuartos de Srila Prabhupada. Él me dijo, “este es tu servicio por siete días, tienes que estar frente a la puerta como guardia de seguridad. A Srila Prabhupada no le gusta el ruido y en particular no le gustan los portazos. Cuando alguien se olvide de cerrar la puerta, ve a cerrarla.
Entonces yo vi allí a Srila Prabhupada por primera vez. No volví a verlo, pero aquellos siete días fueron los más memorables de mi vida entera. No me recuerdo de otros momentos que se puedan comparar. Tuve la oportunidad de estar cerca de Srila Prabhupada por siete días, pude verlo, escucharlo y hacer servicios muy humildes. Veía a algunos de mis hermanos espirituales que hablaban con él de manera muy natural, pero yo no podía.
Una vez Srila Prabhupada me preguntó si tenia preguntas, pero yo no pude ni contestar. Yo era muy tímido y veía a Srila Prabhupada como una Deidad, no como un hombre. Aun hoy sigo viendo a Srila Prabhupada como una Deidad y no tengo deseo de tener una relación con él que no sea de estudiante y servidor.
Yo no podía entender como era posible tanto conocimiento. Srila Prabhupada era muy sobrio y serio, muy regulado. Todos los días iba a dormir a media noche y a las dos ya veía la luz abajo de su puerta, escuchaba el ruido del agua de la ducha. Todos los días sin faltar. Después cantaba sus rondas. Podía escuchar a Srila Prabhupada recitar japamala. A las tres y media, silencio total. Yo sabía que Srila Prabhupada estaba escribiendo sus libros. Tal vez lo sentía que grababa su comentario, tal vez no, sólo silencio. Yo estaba afuera en la puerta escuchando la voz de Srila Prabhupada.
Un día Srila Prabhupada salió del castillo y cientos de devotos caminaban con él en un kirtana muy poderoso. Todos cantaban y bailaban. En algún momento quería sentarse en la hierba para hablar de Krishna. En la India es mejor tener cuidado de donde uno se sienta porque hay serpientes peligrosas. Entonces preguntó“¿hay serpientes allá?” En inglés era “Are there any snakes there?”. Un devoto malentendió lo que Srila Prabhupada había dicho y entendió “Are there any lakes there”?, ¿hay lagos allá? Todos los devotos siempre esperaban la oportunidad de hablar con Srila Prabhupada, de pedirle algo, de decir algo. Este devoto quizás pensó: “ésta es mi momento”. Entonces contestó “yes, Srila Prabhupada, there is a big one just down there”, hay uno muy grande cerca. Srila Prabhupada lo miró y dijo “a big one just down there?”, ¿uno grande cerca? Y el devoto repitió, “yes, Srila Prabhupada, a big one just down there”. En este punto todos los devotos irrumpieron en una gran risa. Cuando a Srila Prabhupada se le aclaró el malentendido, él hizo una sonrisa oceánica, como sólo él sabía hacer. El devoto se sonrojó, un tanto avergonzado. Y el kirtana comenzó de nuevo más extático.
Un día voy a contar más. Hare Krishna y gracias por la atención.
Público:
¡Muchas gracias!
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