Jogiya Sthala

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Jogiya Sthala 

Este es un lugar particularmente encantador, rodeado de árboles y plantas trepadoras. Lo encontramos al noreste de Krishna Kunda. El Señor Shiva adora a Krishna aquí, y por eso este lugar también es conocido como el asiento de Mahadeva.

Una vez Shiva tuvo el deseo de ver a Krishna y vagó sin rumbo por Vraja como un loco, pero sus repetidos intentos no tuvieron éxito. Él preguntó a todos:

“¿Dónde está Krishna? Quiero verlo.”

Pero a veces Krishna estaba dormido y otras veces estaba bebiendo leche del pecho de su madre. Además, Madre Yashoda no quería mostrarle a su hijo a ese extraño yogui, con el cabello despeinado, adornado con un collar de serpientes, que montaba un toro y llevaba un tridente en la mano. Le parecía realmente espeluznante, y Yashoda temía que pudiera traerle mala suerte a su hijo.

Finalmente, Shiva, derrotado y desanimado, se sentó en ese mismo lugar, en Jogiya Sthala, decidido a no irse hasta que su deseo se cumpliera. Comenzó a implorar los nombres del Señor, clamando en voz alta:

“¡Alakha niranjana, alakha niranjana!”

y marcando el ritmo con su damaru.

Cuando el bebé Krishna escuchó el sonido del damaru, comenzó a llorar y a gritar, y como Shiva no dejaba de golpear el damaru, Krishna no dejaba de llorar.

Las Gopis mayores le dijeron a Yashoda:

“Estamos seguros de que el llanto del bebé tiene algo que ver con ese yogui. Debe saber algún mantra para que Krishna deje de llorar. Llámalo y a ver qué puede hacer.”

Yashoda se convenció y llamó al yogui.

“Por favor, pasen. La Madre Yashoda quiere que ayuden a detener el llanto del bebé”.

Al oír esto, el Señor Shiva se puso extremadamente feliz. Finalmente pudo ver a Krishna.

Tomó unas semillas de mostaza y sal y las puso en su mano. Con esto tocó la cabeza del niño Krishna y le dio sus bendiciones. Tan pronto como Krishna sintió el toque de las manos de Mahadeva, inmediatamente dejó de llorar y comenzó a emitir sonidos de alegría. Al ver esto Yashoda se sintió muy complacida con él y le regaló su collar de perlas. Él dijo:

“Querido Maharaja, deberías quedarte aquí en Nanda Bhavana y siempre que mi lala llore, apaciguarlo con tus bendiciones”.

Suradasa ha descrito este pasatiempo en el siguiente poema, que está lleno de emociones trascendentales:

cal re jogi nandabhavan mein yasumati tohi bulave latkat-latkat sankar avai man mein mod badhave

nandabhavan mein ayo jogi rai non kar lino bar pher lalake upar hath sis par dino

vitha bhai ab dur badan ki kilak uthe nandalala khusi bhai nandaju ki rani dini motiyan mala

rahure jogi nandabhavan mein braj ko baso kijai jab-jab mero lala rovai tab-tab darsan dijai

tum to jogi param manohar tum ko ved bakhane

(siv bole) budho baba nam hamaro sursyam mohi janen.



Esta es una sección del libro “Nandagrama”, en Espanol.

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