El Rey de los Tirthas
Un día, Krishna, Nandanandana, el amado de Nanda, vio que Madre Yashoda estaba preparando un tipo de prasadam inusual. No era el arroz, dahl, subji ni chapati que cocinaba todos los días, sino que freía cosas pequeñas, parecidas a galletas, bizcochos finos y hojaldrados, destinados a reemplazar el pan, que en India se conocen como muttri.
Entonces Krishna se acercó y preguntó:
“¡Oh Meiya!, ¡oh Meiya!, ¿Qué clase de prasada tan raro estás haciendo hoy? Oh, Meiya, ¿Qué estas cocinando?”
Yashoda respondió:
“Lala, hoy tu padre se va de peregrinación. Así que estoy preparando provisiones para varios días para que pueda comerlas durante el viaje.”
Krishna:
“¿Y adónde va Baba, Meiya? ¿Adónde va Baba, Meiya?”
Yashoda:
“Lala, Baba va a Prayaga.”
Krishna:
“¿Y dónde está Meiya, Prayaga? ¿Dónde está Meiya? Dime, Meiya.”
Y Yashoda:
“Oh, Lala, estoy ocupada ahora. Tengo que cocinar. No puedo responder a todas tus preguntas. Ve y pregúntale a tu padre, Lala. Pregúntale.”
Entonces Krishna fue ante Nanda Maharaja y, agarrándose a su vestido, le preguntó repetidamente:
“¿Adónde vas, Baba? Oh, Baba, ¿adónde vas? Dime, Baba, ¿adónde vas?”
Extasiado al ver la belleza de su hijo, Nanda Maharaja sonrió y respondió:
“Lala, me voy a Prayaga.”
Krishna:
“¿Y dónde está ese Prayaga, Baba? Oh, Baba, ¿dónde está? Dime, Baba, ¿dónde está?”
Nanda Maharaja:
“Oh, Lala, Prayaga es un lugar muy sagrado donde el Ganges, el Yamuna y el Sarasvati se unen en un punto llamado Sangam. Voy allí a bañarme, Lala, para recibir las bendiciones del Señor.”
Krishna:
“Pero, Baba, pero, Baba, hoy no es un buen día para emprender un viaje. Baba, vete mañana. Mañana es Aksaya Tritiya y es un día muy auspicioso para emprender un viaje. Baba, vete mañana.”
Nanda Maharaja:
“Bueno, Lala, ya que tú lo dices, iré mañana. ¿Te parece bien, Lala?”
A la mañana siguiente, Nanda Maharaja se levantó temprano como siempre, y fue a Nanda Sarovara para bañarse. Cuando llegó, vio a una persona alta, de aspecto regio, con ropas lujosas, revolcándose en el polvo de Braja mientras reía:
“¡Jo, jo, jo! ¡Ah, ah, ah!”
Luego lo vio entrar al lago, bañarse, volver a salir, revolcarse nuevamente y repetir el proceso una y otra vez.
Nanda Maharaja nunca había visto una personalidad tan impresionante en Nanda-grama, así que se le acercó y le preguntó:
“Maharaja, ¿quién es usted?”
El extraño respondió:
“Baba, yo soy Prayaga.”
Nanda, en su sencillo Brijbhasa, dijo:
¿Pryag? ¿Prag? ¿No conozco a nadie en Nanda-grama con ese nombre?
Prayaga:
“¡Ah, no, Baba! No soy de aquí. ¡Soy Prayaga Raja, rey de todos los tirthas!”
Nanda:
“¿Y por qué has venido aquí hoy, Maharaja?”
Prayaga respondió:
“¡Oh, Baba! Todo el año la gente viene a mí y me deja sus pavanas. Así que cada año, en el día de Aksaya Tritiya, vengo aquí, me revuelco en el polvo de Vraja, me baño en este lago, y me convierto en una pavana.”
“¿Accha? ¿En serio?” exclamó Nanda.
Mientras conversaban, Nanda Maharaja notó que muchas mujeres hermosas se bañaban en el otro lado del lago. No eran como las mujeres de Nanda-grama. Llevaban saris de seda cosidos con hilos de oro y plata. Nunca había visto damas tan aristocráticas en Nanda-grama. Admirado, Nanda se les acercó respetuosamente y preguntó:
“¿Quiénes son ustedes?”
“Baba, yo soy Ganga“.
Otra dijo:
“Yo soy Sarasvati.”
Y otra más:
“Yo soy Godavari.”
Y así, una tras otra, dijeron ser las deidades de diversos ríos sagrados como Kurujangala, Kaveri, Narmada, Brahmaputra, Mahananda y otros.
Nanda Maharaja preguntó:
“¿Y Por qué han venido hoy? Nunca las había visto antes.”
“¡Oh, Baba! Todo el año la gente viene a nosotras y nos deja sus pecados. Así que cada año, en Aksaya Tritiya, venimos aquí, nos revolcamos en el polvo purificador de Vraja, nos bañamos en este sarovara y nos liberamos.”
Nanda respondió:
“¿Accha? ¿En serio?”
Entonces el gran padre de Krishna se bañó y subió la colina de regreso a Nanda-grāma. Al llegar, vio que su hijo aún estaba despierto.
Krishna preguntó:
“Padre, ¿ya te vas? Oh, Baba, ¿ya te vas?”
Nanda:
“¡Lala! ¡No, ya no me voy!”
Krishna:
“Y por qué, Baba, ¿por qué?”
Y Nanda Maharaja:
“¡Ay, Lala! Todos los lugares a los que pensaba ir vinieron aquí hoy para bañarse y convertirse en pavana. ¿Por qué debería molestarme en viajar si todos ellos vienen aquí?”
Desde ese día, Nanda Sarovara pasó a ser conocido como Pavana Sarovara.
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