Dasaratha conocía bien a su hijo; esperaba esa reacción y su bondad lo entristeció aún más. Quizás hubiera preferido que Rama reaccionara violentamente, o que lo hubiera matado al verse privado de su derecho. Dasaratha se preguntó si podría vivir sin su hijo favorito.
Con una sonrisa, Rama salió de la habitación. Cuando lo vio irse, Dasaratha se desmayó. Le hubiera gustado rebelarse contra su cruel esposa, le hubiera gustado correr hacia Rama y decirle que incluso estaba renunciando a su honor, a su palabra, para no separarse de él, pero no le apetecía. Sabía que el propio Rama no aprobaría tal comportamiento. Un kshatriya no debe romper sus promesas y debe mantener su palabra a cualquier precio. Estos eran los mandatos de los Vedas, y un rey debía dar el ejemplo de obediencia. Si no se hubiera comportado así, ya nadie habría seguido las leyes y todo se habría sumido en el caos. No se suponía que él fuera la causa del sufrimiento de tanta gente inocente; mejor sufrir solo.
Esta es una sección del libro “Ramayana (Tal como es)”, en Espanol.
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